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Understanding Investor Biases

Las emociones y el dinero nublan el juicio. Juntos, crean la tormenta perfecta que amenaza con hacer estragos en las carteras de inversores.

Uno de los mayores riesgos de la riqueza de los inversores es su propio comportamiento. La mayoría de la gente, incluyendo los profesionales de la inversión, tiende a presentar sesgos emocionales y cognitivos que les llevan a tomar las decisiones financieras menos óptimas. Identificar los sesgos del subconsciente y entender cómo pueden dañar la rentabilidad de una cartera ayudará a los inversores a desarrollar planes financieros a largo plazo para poder minimizar su impacto. Estos son algunos de los sesgos más comunes y perjudiciales del inversor.

Exceso de confianza
El exceso de confianza es uno de los sesgos emocionales más frecuentes. Casi todo el mundo, ya sea un profesor, carnicero, mecánico, médico o gestor de un fondo de inversión, piensa que puede batir al mercado escogiendo algunas acciones importantes. Consiguen sus ideas a partir de diversas fuentes: cuñados, clientes, foros de Internet o, en el mejor (o peor) de los casos, Jim Cramer o cualquier otro gurú de la industria del espectáculo financiero.

Los inversores sobrestiman sus propias capacidades a la vez que subestiman los riesgos. Todavía está por ver si los seleccionadores de acciones (“stock pickers”) profesionales pueden superar la rentabilidad de fondos índice, pero el inversor ocasional está seguro de estar en desventaja frente a los profesionales. Los analistas financieros, que tienen acceso a datos y herramientas de investigación sofisticados, pasan todas sus carreras tratando de determinar el valor adecuado de ciertas acciones. Muchos de estos expertos analistas se centran en un único sector como, por ejemplo, comparar las ventajas de invertir en Chevron o ExxonMobil. Es imposible que un individuo pueda mantener su trabajo habitual y, al mismo tiempo, realizar las debidas diligencias para mantener una cartera de acciones individual. A menudo, el exceso de confianza lleva a los inversores a jugárselo todo a unas pocas cartas, con el peligro que ello conlleva.

Autoatribución
A menudo, el exceso de confianza es resultado del sesgo cognitivo de autoatribución. Es una forma del “error fundamental de atribución”, en el que los individuos acentúan en exceso sus contribuciones personales al éxito e infravaloran su responsabilidad en el fracaso. Si un inversor comprara Pets.com y Apple en 1999, podría atribuir las pérdidas de Pets.com al declive global del mercado y las ganancias de Apple a su habilidad para elegir las acciones.

Confianza
Las inversiones también se ven afectadas por el sesgo de confianza del individuo. Este sesgo conduce a las personas a invertir la mayor parte de su dinero en áreas que sienten que conocen mejor, más que en una cartera adecuadamente diversificada. Un banquero puede crear una cartera “diversificada” de acciones de cinco grandes bancos; una cadena de montaje de Ford puede invertir principalmente en acciones de la compañía, o un inversionista de 401(k) puede asignar su cartera entre una variedad de fondos que se centren en el mercado estadounidense. Este sesgo, a menudo, conduce a carteras sin una diversificación que puede mejorar la rentabilidad ajustada por riesgo del inversor.

Aversión a la pérdida
Algunas personas mantendrán de forma irracional inversiones que registran pérdidas durante más tiempo del recomendable, desde el punto de vista financiero, como consecuencia de su sesgo de aversión a la pérdida. Si un inversor realiza una operación especulativa y el rendimiento es exiguo, con frecuencia continuará manteniendo la inversión, incluso cuando los nuevos progresos hagan que las perspectivas de la compañía sean aún más oscuras. En Economics 101, los estudiantes aprenden sobre los “fondos perdidos” (los costes en los que ya se ha incurrido) y, por lo general, hacen caso omiso de dichos costes en decisiones sobre acciones futuras. Lo único que importa es el riesgo potencial futuro y la rentabilidad de una inversión. La incapacidad para cumplir los plazos con una inversión que va mal puede conducir a los inversores a perder más dinero mientras esperan recuperar sus pérdidas originales.

Este sesgo también puede hacer que los inversores pierdan la oportunidad de captar beneficios fiscales mediante la venta de inversiones con pérdidas. Las pérdidas realizadas en inversiones de capital pueden compensar las primeras ganancias de capital y hasta 3.000 dólares de ingresos ordinarios al año. Mediante la utilización de pérdidas de capital para compensar los ingresos ordinarios o futuras ganancias de capital, los inversores pueden reducir sus cargas fiscales.

Anclaje
La aversión a vender inversiones con pérdidas también puede ser debida a un sesgo de anclaje. Los inversionistas pueden “anclarse” al precio original de compra de una inversión. Si un inversor pagó 1 millón de dólares por su casa durante el auge del boom inmobiliario a principios de 2007, puede insistir en que lo que pagó es el valor real de la vivienda, a pesar de que casas similares se estén vendiendo actualmente por 700.000 dólares. Esta incapacidad para ajustarse a la nueva realidad puede afectar a la vida del inversor en caso de que necesite vender la propiedad, por ejemplo, para trasladarse a un puesto de trabajo mejor.

Seguir al rebaño
Otro sesgo común en los inversores es seguir al rebaño. Cuando los medios financieros y Main Street se muestran optimistas, muchos inversores invertirán alegremente fondos adicionales en acciones, sin importar cómo se disparan los elevados precios. Sin embargo, cuando la tendencia de las acciones es a la baja, muchos individuos no invertirán hasta que el mercado muestre señales de recuperación. Como consecuencia de ello, no pueden comprar acciones cuando hay grandes descuentos.

El barón Rothschild, Bernard Baruch, John D. Rockefeller y recientemente Warren Buffett han sido reconocidos con el refrán que dice que uno debería “comprar cuando la sangre corre por las calles”. Seguir al rebaño a menudo lleva a la gente a llegar tarde a la fiesta y comprar al precio más alto del mercado.

Como ejemplo, los precios del oro se han triplicado en los últimos tres años, partiendo de cerca de 569 dólares por onza hasta más de 1.800 dólares en los niveles máximos de este verano, y, a pesar de ello, la gente invierte en oro al oír hablar del éxito de otros en el pasado. Dado que la mayoría del oro se utiliza para la inversión o la especulación más que para fines industriales, su precio es altamente arbitrario y está sujeto a fuertes oscilaciones basadas en los sentimientos cambiantes del inversor.

Actividades recientes
A menudo, seguir al rebaño es también resultado del sesgo de las actividades recientes. La rentabilidad que los inversores obtienen de los fondos de inversión, conocida como retorno de las inversiones, es por lo general menor que la rentabilidad global de fondos. Esto no se debe a los honorarios, sino a la elección del momento oportuno en el que el inversor destina dinero a fondos específicos. Los fondos experimentan, por lo general, mayores afluencias de nuevas inversiones después de períodos de buen rendimiento. Según un estudio realizado por DALBAR Inc., la rentabilidad media de los inversores estuvo por debajo del índice S&P 500 en un 6,48 % por año en los 20 años anteriores a 2008. La tendencia a perseguir el rendimiento puede dañar seriamente la cartera de un inversor.

Encarar los sesgos del inversor

El primer paso para solucionar un problema es reconocer que existe. Después de identificar sus sesgos, los inversores deberían tratar de disminuir sus efectos. Independientemente de si trabajan con asesores financieros o gestionan sus propias carteras, el mejor modo de hacerlo es crear un plan y mantenerse en él. Una declaración de política de inversiones propone una filosofía prudente para un inversor determinado y describe los tipos de inversiones, los procedimientos de gestión de la inversión y las metas a largo plazo que definirán la cartera.

La principal razón para desarrollar una política de inversiones a largo plazo es evitar que los inversores tomen decisiones aleatorias a corto plazo sobre sus carteras, en épocas de tensión económica o euforia, que podrían minar sus planes a largo plazo.

El desarrollo de una política de inversiones sigue una estrategia básica, que es la base de toda planificación financiera: evaluar la condición financiera del inversor, fijar objetivos, desarrollar una estrategia para lograr esos objetivos, implementar la estrategia, revisar regularmente los resultados y ajustarse a las circunstancias. La utilización de una política de inversiones anima a los inversores a ser más disciplinados y sistemáticos, lo cual mejora las probabilidades de alcanzar sus metas financieras.

Los procedimientos de gestión de las inversiones pueden incluir el establecimiento de una asignación de activos a largo plazo y un reequilibrio de la cartera cuando las asignaciones se desvíen de sus objetivos. Esta técnica ayuda a los inversores a vender de forma sistemática activos que han rendido relativamente bien y reinvertir las ganancias en activos que han obtenido un rendimiento inferior. El reequilibrio puede ayudar a mantener el nivel de riesgo adecuado en la cartera y mejorar la rentabilidad a largo plazo.

Elegir la asignación adecuada de activos también puede ayudar a los inversores a resistir en mercados turbulentos. Mientras que una cartera con el 100 % de las acciones puede ser apropiada para un inversor, otro puede sentirse incómodo con incluso un 50 % de la asignación de las acciones. Palisades Hudson recomienda siempre a los inversores que aparten los activos que necesiten retirar de sus carteras en un plazo de cinco años en inversiones de elevada liquidez a corto plazo, tales como fondos de bonos a corto plazo o fondos de mercado de valores. La adecuada asignación de activos, junto con esta reserva a corto plazo, debería proporcionar más confianza a los inversores para adherirse a planes a largo plazo.

Aunque no es esencial, un asesor financiero puede añadir una capa de protección asegurándose de que un inversor se adhiere a su política y selecciona la adecuada asignación de activos. Un asesor también puede proporcionar apoyo moral y coaching, que también mejorará la confianza del inversor en su plan a largo plazo.

Anticipación

Todos incluimos nuestros sesgos naturales en el proceso de la inversión. Aunque no podemos eliminarlos, podemos reconocerlos y responder en modos que nos ayuden a evitar un comportamiento destructivo y contraproducente.

Las claves están en la planificación y la disciplina. Los inversores deben ser críticos en sus procesos de inversión y no dejar que el subconsciente dirija sus acciones. La adhesión a un plan de inversión a largo plazo evitará que los sesgos influyan en el comportamiento del inversor y ayudará a protegerle de errores que se pueden evitar.